-Hummm… Mira, nene, mejor no te digo lo que estoy pensando…
-No, si ya han dicho muchas cosas, venga, dilo.
-No, no, que…
-Venga.
-Pues creo que es una zorra y lo que te han hecho no es de ser personas. ¿Tú qué crees?
-Que no puedo pensar eso de ellos.
-¿Por qué?
-Porque son mis dos mejores amigos.
-Eso no lo hacen los mejores amigos.
-Pues yo qué sé.
[…]
-Y qué, Lorena… joder, es su forma de encontrar la felicidad, ¿no? Yo lo hago de una forma, ellos de otra.
-Pero que (blablabla)
-Y qué, ahora son felices. Es su forma de encontrar la felicidad.
[…]
-Pues seré masoca, tío, pero quiero seguir relacionándome con ellos como he hecho todos estos años.
-Yo no lo haría.
-Pues yo sí.
[…]
-¿Seguro que no quieres estar cerca de ella porque aún la quieres, y ella porque así se siente menos culpable?
-Lina, quiero creer que nuestra amistad se puede salvar. Que podemos coger todo lo que hemos aprendido del otro y de nosotros mismos y construir algo que dure y se enriquezca de todo esto.
[…]
-Lo que tienes que hacer es pasar de ellos.
-Pues lo que voy a hacer es intentar mantener a mis dos mejores amigos.
[…]
-Bueno, espera, deja que lo piense… (pausa). No, sí, sí que hay unas reglas universales.
-Pues, tío…
-Que no, que no, que no sois especiales.
-Pues di lo que quieras.
-Esto no es gris, ni tonos de gris ni pollas, esto es blanco o es negro. Y lo que se puede aplicar a los demás se puede aplicar a vosotros.
-Da igual. No nos conoces, no esperaba que lo llegases a entender, pero somos diferentes y sé que podemos seguir con esto.
Y la apoteosis es que ya os he perdido. Os perdí el día 22 de mayo. Os perdí y he tardado más de dos meses en darme cuenta de que, pese a las decisiones que habéis tomado desde entonces y antes aún, el haberos perdido es por entero decisión mía, igual que el haber insistido en que algo podría quedar. Tal vez Lina tenía razón. Bueno, Lina y Guille y Lorena e Iñaki y Álex y Silvia y Rebeca y Elisa y Luis, sobre todo Luis.
Me la sudan, no encuentro una palabra más sincera. Me la sudan las supuestas leyes universales de comportamiento en que algunos de esos han insistido. Lo que habéis hecho podrá estar mal, mas ha sido óptimo. Pero yo… yo he luchado contra la parte que os odia, que desde ese maldito sábado, desde ese maldito jueves, ha querido cortar con vosotros cada mínimo nexo, cada posible unión accidental de nuestras personas. ¿Pero no sería esto, precisamente, lo óptimo? Al menos teniendo en cuenta lo que se ha sufrido por culpa de la decisión de intentar salvar esto.
¿Pero cómo voy a hacerlo? ¿Cómo cojones voy a conseguir separarme de vosotros, mis almas gemelas, mis escisiones de conciencia, mis jodidos hermanos?
Bueno, parece que, inconscientemente, he hallado una solución, darle cabida en este mundo al odio, a la enfermedad, el caos y la desesperación que habitan en mí (habitan en mí, yaciendo en decúbito supino junto a los sueños en que te abrazo, te beso, te acaricio y te digo que ahora todo está bien). Así todo es más sencillo. Ahora me odiáis, ahora podéis odiarme abiertamente y alejarme de vosotros a patadas. Esto espero, ciertamente. Espero que me echéis de vuestras vidas con todas vuestras fuerzas unidas. Espero que me arrojéis lejos porque, si no, tal vez querría seguir junto a vosotros, balbuceando necedades mientras sueño con tus’ labios y con tus» kebabs. Hiriéndoos con sarcasmos baratos mientras me desangro por dentro por el hecho de odiar tan profundamente a las dos personas a las que más he amado de mi vida (a las dos personas a las que más amo).
[(Por cierto, no era mi intención ponerte de zorra. He releído varias veces mi entrada y no veo esa definición por ningún lado. Era una definición de la fuente de mi dolor, no me gusta, ahora, la forma en que lo hice, pero es eso, no un insulto ni una forma de despreciaros. No pretendía echaros absolutamente nada en cara sino definir mi dolor)]
¿Qué importa, en realidad, todo esto? Tal vez hayamos muerto para siempre, tal vez algún día todo sane y volvamos a recuperarlo. Tal vez consigamos perdonarnos. Tal vez no.
Esto es lo único que puedo añadir:
Os odio, os quiero. Y, por supuesto, no quiero ahora haceros daño. No quiero añadir al dolor preexistente la más mínima unidad de dolor más, no quiero ser causa de más sufrimiento, de más degeneración y mierda de la que ya el mundo tiene suficiente. Pido disculpas por lo que la zozobra y la puerilidad de mi conducta ha causado desde finales de mayo.
Aún os odio pero, por supuesto, aún os amo.